Annie Easley, una matemática que rompió barreras.

Nacida el 23 de abril de 1933 en Alabama, Annie Easley rompió barreras no solo por ser mujer y ser matemática, a continuación os explicamos por qué.

Easley era afroamericana y creció en los años anteriores al Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos cuando se educaba por separado a los niños en función de su raza o color de piel, cuando la educación para los más desfavorecidos era de segunda. Pero Annie Easley, animada por su madre que la dijo que si trabajaba podría llegar a ser lo que quisiera, Easley terminó Secundaria siendo la mejor estudiante de su graduación. Después se especializó en Farmacia en la Universidad católica afroamericana Xavier en Nueva Orleans, donde estudió unos dos años. Fue entonces cuando se casó y se mudó a Ohio, donde esperaba continuar con sus estudios; pero la universidad local había cerrado su escuela de Farmacia.

En 1955 leyó un artículo sobre dos hermanas que trabajaban con computadoras en la NACA, el organismo que precedió a la NASA, que la pareció tan interesante que sin saber a ciencia cierta en qué consistía el trabajo, y ya que necesitaba un empleo, llevó su solicitud. Dos semanas después estaba allí trabajando, una de las 4 afroamericanas de entre 2.500 empleados.

Su carrera en la NASA duró más de tres décadas, durante las cuales se siguió formando: Licenciatura en Ciencias Matemáticas en la Universidad Estatal de Cleveland en 1977 así como cursos de especialización ofrecidos por la agencia espacial. Comenzó como «ordenador humano», haciendo los cálculos para los investigadores a mano (los ordenadores de la época estaban muy limitados), pero según la tecnología avanzaba ella también y aprendió a programar en distintos lenguajes, desarrolló e implementó software para investigaciones en temas de energías (es la autora del código utilizado en los primeros coches híbridos), ayudó a desarrollar el software del proyecto Centauro responsable del lanzamiento de la sonda Cassini

En entrevistas posteriores Annie Easley declaró que era muy consciente de la discriminación a la que tuvo que hacer frente, pero fiel a sus principios incluso ejerció como consejera de igualdad de oportunidades en el empleo de la NASA solucionando cuestiones de discriminación por género, raza o edad.

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